El poder de un abrazo en la sangre

Si las emociones se manifiestan como reacciones químicas y físicas en el cuerpo, el afecto se traduce en oxitocina. Ese es el poder de un abrazo.

La oxitocina es un neurotransmisor que se produce cuando nos sentimos amados, que pertenecemos a un grupo o un lugar, cuidados, que genera seguridad y se activa como el poder de un abrazo. 

También es una hormona que activa un músculo que permite a la leche materna salir fácilmente del cuerpo de la madre. Es la misma que se produce en el cerebro y se encuentra también en este primer acto de nuestras vidas que genera la sensación de estar protegidos, cuidados, rodeados por los brazos de alguien. Incluso la etimología de la palabra abrazo lo manifiesta: rodear con los brazos. 

Así la oxitocina, el sentirse amado, el abrazo se vuelven muy poderosos cuando generan sensaciones en el cuerpo que hacen una reacción en cadena: fortalece el sistema inmunológico liberando dopamina y endorfina que disminuyen el estrés, el dolor, eliminan el cortisol fortaleciendo con un mejor número de glóbulos blancos. 

Está comprobado que ayuda a tomar decisiones, mejora la calma, paciencia y produce los mismos efectos de la alegría.  

De estos estudios nació nuestro Abrazador. Un personaje que ayuda a fortalecer vínculos afectivos promoviendo el recuerdo de quienes amamos y queremos cerca a pesar de las circunstancias.

Un Abrazador

Un personaje que nace en una isla, se crea con la fuerza de una crisis y se vincula tanto con la naturaleza del mar, el viento y su corazón que la vuelve su maestra y de ella aprende a dejar ir, a ver las crisis como oportunidades a aprender de los otros lo que ama.

Con su historia y su manifestación en un muñeco de trapo que simula la sensación del abrazo creamos la magia de sentirse amado. Incluso por desconocidos que sienten la misma soledad, tristeza o alegría y quieren compartirla con personas en hospitales, hogares de adopción, escuelas rurales o ancianatos. 

Eso somos y queremos generar con nuestros productos que se convierten en herramientas para enseñar inteligencia emocional. Enseñar a ponerle inteligencia a las emociones, para tener sanos los pensamientos y para experimentar el poder del afecto.

No solo queremos mejorar la recuperación física de las personas, sino también la capacidad de aprender algo que no nos enseñaron en el colegio: qué hacer con la rabia, la tristeza, la frustración o el rencor. Todo con algo tan simple como el poder de un abrazo. 

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