Otra forma de abrazarnos. Abrazos en pandemia

En medio de la pandemia, cuando menos podíamos abrazarnos, incrementamos las ventas de Abrazadores en Colombia. Entre abril y mayo del 2020 y de manera orgánica empezamos a llenarnos de mensajes y enviamos 3.000 Abrazos en pandemia dentro de cajas de cartón, dentro de un libro y un muñeco de trapo a los que no se le ve más que su corazón.

-Señora, usted es la de los Abrazadores.

-Si, con quien hablo.

-Yo necesito uno urgente, me lo puede enviar a esta dirección?

-Si ya te comunico con la red de mamás que los distribuyen.

-No por favor, yo necesito que me lo envíe usted lo más pronto posible a esta dirección, por favor.

Y así con la urgencia de la desesperación, le enviamos el Abrazador a la dirección que nos pidió. En la noche, nos escribió…

-Lo siento, no he pagado, yo estoy en Miami y no puedo ir a Medellín pero mi papá está agonizando, vi esto y creo que nos puede ayudar. 

Y así pasaron 3 días entre notas de voz, mensajes y fotos donde se veía la conexión de estos tres seres y la compañía que fue el Abrazador como intermediario con su manito en la manito de un papá inconsciente acompañado de su hija en la distancia. Al tercer día nos llegó una nota de voz, que decía: -Yo no sé usted que se inventó, mi papá se acaba de ir y yo no siento culpa por no poder viajar, siento que estuve cerquita en este momento. Siento que estuve con él todo este tiempo. 

Historias que llegan al corazón

Hace dos meses recibimos otro mensaje por instagram: 

-Les queremos contar que a mi mamá le regalamos un Abrazador hace poco. La acompañó en las quimioterapias, se lo llevaba a la clínica siempre que lo necesitaba, dormía con él y se lo llevó a la última cirugía de la que no salió con vida. Ahora es nuestro objeto más preciado. Se lo regaló su nieto en estos meses que no podíamos abrazarla.

Del 2020 nos queda que fuimos luz en la oscuridad, que llevamos abrazos en pandemia a miles de personas, abrazos infinitos que pasan fronteras de tiempo, creencias, universos planetarios y años. Sabemos que el miedo lo convertimos en fuerza y que a través de objetos llevamos abrazos que nunca acaban a lugares insospechados… 

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