La educación del futuro 

Hace poco conversamos con Claudia Restrepo, rectora de la Universidad Eafit en el podcast: La universidad imaginada sobre el papel de las emociones en la educación del futuro.  Hemos encontrado en estos espacios, conversaciones vitales para reflexionar, pensar y hacer visible lo que por años se ha ocultado, escondido y puesto de segundo plano. 

Aprender sobre las emociones ayuda a atravesar esa reacción que a veces entorpece, desconcentra, genera pérdida de energía y tiempo. Obstaculiza el aprendizaje, no solo de conocimientos del mundo concreto.

Obstaculiza el poder que tiene todo el conocimiento que por miles de años la humanidad ha generado para crecer como humanidad. 

El Abrazador es un egresado más de la Universidad. Desde la pasión que la ingeniería de diseño de producto, un programa de la Universidad Eafit, generó en su creadora a ser una casa más para aprender, articular y acompañar el crecimiento de este emprendimiento social en una ciudad llena de amor y de odio.

La rectora habla como nosotros con propiedad del amor. Y nos afirma y guía para confirmar nuestra esencia y la visión de la educación del futuro.  El amor como centro de energía, como potencia, como fuerza creadora. Como energía vital que ayuda a encontrar el miedo que se esconde en la rabia, o la paciencia que se esconde en una pataleta.

Esa palabra que va más allá de un sentimiento, es energía necesaria en un docente que prepara clases, que expande el conocimiento de los estudiantes. 

Y ¿cómo contruir la educación del futuro?

En un mundo repleto de información, la educación del futuro para nosotros está en plantear conversaciones. en desarrollar el pensamiento crítico, en permitir la curiosidad, la pregunta que absorbe el conocimiento y lo aplica en la vida cotidiana. No solo en transmitirlo. 

Comenzar por desatrasar a los adultos que crecimos con una visión del amor desde el sacrificio y el abandono para crear modelos mentales que permitan ver en la emoción un puente para absorber de la alegría la motivación. Un conocimiento que favorezca la repetición y la memoria, en el miedo la capacidad para planificar o en la rabia el poder de poner límites o decir no.

Que la universidad ponga por delante el amor permite confiar en que la imaginación que cubre el futuro en la educación superior va a estar al servicio de la humanidad. Eso es esperanza. 

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